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Capítulo 1: La
Niña Más Amable
En un pequeño
pueblo rodeado de campos verdes y flores de colores vivos vivía María, una niña
de cabello rizado y ojos brillantes como estrellas. María era conocida por ser
la niña más amable de todo el vecindario. Siempre tenía una sonrisa en su
rostro y un gesto amable para cada miembro de su familia. Desde su abuela hasta
su pequeño perro, María trataba a todos con amor y bondad.
Ayudaba a su
madre en la cocina, regaba las plantas del jardín con su padre y le leía
cuentos a su hermanito antes de dormir. Su dulzura y amabilidad eran
contagiosas, y todos los que la conocían la querían mucho.
Capítulo 2: La
Sorpresa Inesperada
Una tarde
soleada, mientras María jugaba en el jardín trasero de su casa, descubrió algo
extraño entre los arbustos. Era una pequeña puerta de madera, apenas lo
suficientemente grande como para que ella pudiera pasar. Con curiosidad, María
empujó la puerta y se encontró con un mundo totalmente diferente.
Del otro lado de
la puerta había un jardín encantado, lleno de flores brillantes y árboles
frondosos. Mariposas de todos los colores revoloteaban en el aire, y el suave
murmullo de un arroyo cercano llenaba el lugar de paz y tranquilidad. María no
podía creer lo que veía, ¡era como entrar en un cuento de hadas!
Exploró el jardín
encantado maravillada, descubriendo rincones secretos y criaturas mágicas. Cada
paso que daba la llevaba a un lugar más hermoso y sorprendente. Pero lo más
asombroso de todo fue cuando se encontró con una hada diminuta que le sonrió y
le dio las gracias por haber abierto la puerta que la había mantenido
prisionera durante tanto tiempo.
Capítulo 3: La
Felicidad de María
María regresó a
casa con el corazón lleno de alegría. No podía dejar de pensar en el
maravilloso jardín encantado que acababa de descubrir. Había encontrado un
lugar mágico donde podía escapar de la rutina diaria y sumergirse en un mundo
de fantasía.
Desde ese día,
María visitaba el jardín encantado siempre que podía, compartiendo sus
aventuras con su familia y amigos. Cada vez que cruzaba la puerta de madera, su
corazón se llenaba de felicidad y gratitud por haber encontrado un lugar tan
especial.
Y así, entre
risas y juegos, María vivió feliz para siempre, sabiendo que siempre tendría un
lugar donde encontrar la magia y la alegría que tanto amaba.